Enrique Toro: «Me gusta el toreo clásico y busco la pureza»

El novillero onubense sueña con debutar con picadores esta temporada

Foto: Arjona/Pagés

Por tierras onubenses hay un runrún que ilusiona a los aficionados. Un chico oriundo de San Juan del Puerto quiere ser torero y tiene argumentos para serlo. Enrique Toro ha despertado la esperanza entre los taurinos para que coja el testigo que dejaron la dinastía Litri, Chamaco o Silvera y vuelva a poner a Huelva en el epicentro del toreo.

Enrique Toro afirma que la temporada pasada «fue bonita porque pude pisar plazas como Sevilla o Huelva. Es lo que sueña un chaval cuando empieza. Estoy contento, pero no satisfecho. Uno siempre busca más». Sobre la presente puntualiza que «ahora mismo hay cosas habladas y pendientes, pero en principio no tenemos fechas cerradas». A pesar de ello, su próxima meta en el horizonte la tiene clara. «Queremos dar el paso a debutar con picadores este año. Estoy ilusionado con esa fecha, que aún no se sabe qué día será. Me gustaría que fuese en Huelva, en mi tierra. Sería un marco incomparable».

El novillero vive por y para el toro. Explica que le dedica «las 24 horas del día. Estoy centrado en ello ahora mismo. Me levanto por la mañana y salgo andar. Me pego una caminata por el campo. Cuando vuelvo hago toreo de salón. Después me gusta hacer algo de físico como pesas. Por la tarde vuelvo a torear de salón. Finalizo el día con una carrerita para soltarme».

Su ilusión y su lucha por llegar lejos le llevaron a apuntarse a la Escuela de Tauromaquia de la Diputación de Badajoz. Cuenta que lo hizo «por las complicaciones que tiene este mundo. En Huelva, al no tener escuela, tuve que tomar la decisión de irme a otro sitio. Me fui a la de Badajoz porque me hablaron muy bien de ella. Han salido muchas figuras del toreo de ella. Además de que me estaba apoderando Raúl Corralejo, necesitábamos estar en una escuela para poder estar en los certámenes y los bolsines». De su experiencia allí cuenta que «estuve un año. Aprendí mucho. Me traje muy buenas amistades de allí. He toreado por la zona de Badajoz cuatro o cinco festejos. Estoy contento por esa decisión que tomé. Viví un año solo allí, que no es nada fácil. Por circunstancias me tuve que venir y sigo trabajando y entrenando duro».

Su pueblo, San Juan del Puerto, es muy taurino. Durante el mes de junio, por las fiestas de su patrón, se alimentan de las raíces de la tauromaquia, viviéndola en todo su esplendor. Cada día las vacas recorren sus calles y, más tardes, se celebran sus tradicionales capeas. Este es el germen de su afición. «No tengo antecedentes taurinos familiares. Las capeas de mi pueblo fueron lo que hicieron interesarme por el mundo del toro. Recuerdo desde muy pequeño ir a la calle de los toros con mi padre. Andaba y me daba miedo que vinieran las vacas. A partir de ahí me fue entrando el gusanillo hasta que Raúl Corralejo, que en la actualidad es mi apoderado, me dio la oportunidad de torear un novillo en mi pueblo».

Sus paisanos son un apoyo primordial para él en su carrera. «Les debo mucho o casi todo. Ellos son los que días tras días se gastan el dinero en comprar sus entradas y van a verme. Cuando estoy en la plaza, miro los tendidos y veo a mis paisanos y aficionados de mi pueblo. Así me siento más tranquilo incluso. No tengo palabras de agradecimiento a todas esas personas que me apoyan«. Fruto de ese respaldo, el ayuntamiento de San Juan del Puerto le regaló un precioso traje de luces marino y oro. «Lo estrené con un triunfo rotundo en La Puebla del Río. Corté dos orejas y rabo. Fue un bonito detalle, de esos que te motivan aún más para seguir creciendo y adelante en este mundo tan difícil».

Hay otra persona que ha tenido un papel importante en su incipiente trayectoria. Su apoderado, Raúl Corralejo, «es el pilar fundamental de mi carrera. Gracias a él he podido hacer el paseíllo en plazas importantes. Toreé una decena de novilladas por toda la geografía andaluza. Está haciendo una labor importante. Le debo mucho. Se fijó en mí en las capeas de mi pueblo en el primer año que toreé. A partir de ahí tuvimos una relación más cercana».

No cabe duda que para todos nuestra familia es el otro sustento en el que nos apoyamos siempre. El novillero confiesa que sus padres «no lo llevan muy bien. Mi padre es el que desde primera hora siempre me ha acompañado cuando he toreado. A mi madre le costaba un poco más. Tenía más miedo. No digo que mi padre no lo tuviera, pero no se le notaba. Mi madre era más reservada y se quedaba en casa. Una vez, en Paterna del Campo, fue a verme. Fue una tarde muy bonita. Llovía mucho y cuando llegó mi turno de torear, salió el sol. Le corté un rabo al novillo. Cuando terminé de torear, comenzó a llover otra vez. Eso a mi madre como que le marcó. A partir de ese día no ha fallado nunca».

Enrique Toro es un novillero al que le «gusta el toreo clásico. Busco la pureza en el toreo. Enganchar lo más adelante al animal, pasármelo lo más cerca posible y llevarlo lo más largo que pueda. Es es mi concepto del toreo y que intento demostrar cada tarde. Entreno con esa mentalidad y con ese concepto de querer hacer las cosas despacio y bien».

Huelva necesita un revulsivo en el toreo, con permiso de David de Miranda, Alejandro Conquero o Emilio Silvera. Tres toreros con grandes cualidades para llegar a la cima, pero que en este complicado mundo necesitan de las oportunidades que merecen. Enrique Toro quiere sumarse a esta terna para llevar el nombre de su tierra a lo más alto en la tauromaquia. «Me levanto y me preparo cada día para ser alguien en el toreo. Ya no en Huelva, sino en todo el mundo. Me gustaría que la gente me conociera como un torero de máximo nivel. Ahora mismo está David de Miranda, que es un gran torero, al que le tengo mucho cariño y nos une una bonita amistad. Yo compito conmigo mismo y cada día quiera ser mejor. Ojalá algún día pueda marcar un antes y un después en la afición de Huelva».