Sergio Rollón, cuatro meses después de su grave cornada en Valdetorres de Jarama: ‘Es el peaje que estoy dispuesto a pagar’

El sábado 12 de julio, cuando rondaban las 19:00 horas en los relojes del mundo del toro, un titular, escrito de diferentes formas, pero con el mismo fondo, helaba la sangre de los aficionados de toda España: ‘Grave cornada a Sergio Rollón en Valdetorres de Jarama’. Esa era la primera información. En la hora siguiente, mientras el novillero estaba en el quirófano móvil se sucedían otras informaciones. Algunas entrecruzadas, fruto del nerviosismo y del no saber como afrontar una situación de estas características.
Cuatro meses después, sentado en una fuente de El Retiro, con 18 años, aunque por lo vivido se le podrían convalidar unos cuantos más, Sergio Rollón habla sin tapujos de lo que ha significado estar a milímetros de perder la vida. La voz hay momentos que se entrecorta, lo único que permanece rígido: la rodilla. No se puede flexionar por la tirantez que tiene la pierna y los músculos de esta. Llegó a Valdetorres de Jarama, a la Final a Tres del Circuito de Madrid, para lidiar la novillada de Hermanos González y Los Eulogios.
Rollón salió a lidiar al tercero de la tarde convencido de que ‘tenía que tocar pelo, ya que mis compañeros habían cortado 1 y 2 orejas respectivamente’. Cuadró al novillo y al entrar a matar sucedió el percance. En un primer momento ‘me asusté mucho, pero estuve hablando y preguntando a los doctores. Yo quería matar el segundo’, algo que evidentemente no pasaba por la cabeza de nadie. ‘Me apretaban en la pierna y me pedían que no me moviera, yo solo veía caras de preocupación, pero no sabía qué pasaba’. Comenta que fue un transcurso de 5 minutos, ‘me han dicho que seguía hablando, pero yo ya no era consciente’.
Las caras se sucedían entre quienes entraban y salían del quirófano, la incertidumbre seguía siendo la principal protagonista de la situación, la gente esperaba una noticia alentadora. Tras ello, la estabilización, el viaje en helicóptero, la operación en el hospital y los 20 días ingresado en La Paz.
Se encuentra inmerso en la recuperación. Sesión de fisioterapia mañana y tarde ‘algo que evidentemente es desagradable por el dolor, porque se avanza a pasos muy pequeños… pero es el peaje que estoy dispuesto a pagar’. Una duda ronda en el amiente: ¿de verdad merece la pena? No hay dudas en la respuesta de Sergio Rollón: ‘Por supuesto que sí’. El novillero asegura que ‘son momentos que nadie quiere vivir, pero también es la realidad de esta profesión y merece la pena porque el triunfo es la recompensa y lo más bonito de este mundo’.
Volviendo al 12 de julio por la noche, había una pregunta que se repetía en numerosas cabezas ¿por qué él si solo tiene 17 años? Y sí, en la profesión te juegas la vida, pero el no haber vivido momentos similares hace que la consciencia tarde en asimilar.
Piensa en la reaparición, ‘sé que voy a estar muy nervioso, pero será una tarde bonita que significará mucho para mí y mi gente’. No hay plazos ni conversaciones ‘pero a mi me gustaría que fuera en el inicio de temporada, en Olivenza o Valdemorillo‘, especialmente esta segunda, ‘porque quiero volver a torear donde me pegó la cornada, en la Comunidad de Madrid’.
Rozar la tragedia ‘hace que la vida te cambie, ahora afronto todo con más ganas, veo que los momentos duros se pueden superar’. Cerrando la entrevista afirma que ‘es muy bonito ser torero, hay grandes figuras que han sufrido percances muy graves y mira donde están ahora, ahí es donde sueño con llegar’.
Saliendo de El Retiro la pregunta era obligada: ¿y el miedo? ¿Pesa volver a una plaza de toros?, la respuesta, firme: ‘he ido casi todas las semanas, he visto muchas veces la cornada y el miedo existe, pero está para algo y es para vencerlo’. Tiene 18 años, una entereza impropia de su edad.
No es un momento más, es tener delante a la muerte, haber bailado con ella y saber que el sueño es más grande que la pena, las ganas más preciadas que el arrepentimiento y el miedo un estado que no le va a ganar la partida.