Morante, o cómo soñar con el toreo

Morante, o cómo soñar con el toreo
Foto: Arjona Pagés

La Maestranza se había revestido de sevillanía en una de las tardes más importantes de esta temporada y la más señera de la cartelería de la Feria de Abril. La terna de toreros artistas agotó las entradas. Nadie dudaba de que algo grande pasaría. El despliegue de personalidad, torería y sublimidad por momentos de los matadores fue indiscutible, imponiéndose a las pocas cualidades de la corrida de Domingo Hernández. Pero todo terminó de eclosionar con la salida del cuarto. El recibo de capote de Morante precipitó el éxtasis en el Coso del Baratillo. El sevillano cortó las dos orejas de una faena en conjunto para soñar con el toreo. Esta noche, muchos se irán a dormir pensando en él. 

Morante puso al público en pie e hizo sonar la música en un recibo al cuarto de inspiración. Al rematar con una larga, improvisó dibujando largas a una mano, ligándolas, en un momento único cargado de esencia barroca. Ese aroma siguió desprendiéndolo durante toda la faena. Se llevó al toro al centro del platillo con mucha naturalidad. Lo empujó hacia adelante, haciéndolo embestir por el pitón derecho en un derroche de entrega total. Los muletazos tuvieron encaje y estética a partes iguales. Abrochó con una soberbia tanda en redondo, que volvía a levantar de sus asientos a los aficionados. Tras la estocada, se desató la locura y le dieron las dos orejas.

Salió sueltecillo ‘Treinta y dos’, pero eso no fue impedimento para que Morante, inmóvil, le dibujara un puñado de verónicas cadenciosas que remató con una larga. Lo llevó galleando al caballo con mucha suavidad. Ahí no acabó el lío con el capote. Dibujó dos lances a cámara lenta con los que terminó de rugir Sevilla. Ortega no quiso perderse la calidad de la embestida del Alcurrucén y quitó por delantales con mucho gusto. Inició el de La Puebla por alto, sin forzarlo porque estaba cogido con alfileres de fuerza y raza, para ligar con bello molinete. Lo sacó para los medios y en un palmo ligó una primera serie con la diestra. Igual de encajado estuvo al natural, acortando las distancias para arrancarle las embestidas. Cerró en las rayas de picar a pies juntos. La espada le privó de cortar la oreja.

Con una gran despaciosidad y armonía, ganándole terreno, fueron los lances con los que recibió Juan Ortega a ‘Arponcillo’, al igual que con los que quitó. Lo sacó fuera del tercio con pases por bajo con torería. El sevillano no se encontró con un animal fácil, sin clase, y nunca tomó la muleta con franqueza. Ortega estuvo dominador e inteligente, sacándole muletazos con verdad, pero sin llegar a los tendidos por la falta de transmisión. Mató de una buena estocada.

Tejera volvió a alzar la batuta cuando Ortega recibió a ‘Avivado’ con verónicas a cámara lenta. No obstante, las chicuelinas que instrumentó en el quite fueron todavía de un trazo de belleza mayúsculo. Y ahí se acabó la historia con este quinto, que estuvo escaso de fondo y casta con el que el sevillano solo pudo dejar detalles. Pegó un espadazo rotundo.

‘Chocolatero’, que hizo tercero, desde salida apuntó el exceso de mansedumbre. No tuvo fijeza ni en los capotes ni en el caballo. El mal presagio estaba sobre él, hasta que Pablo Aguado se quedó solo con él. Comenzó genuflexo e intentando hilvanar las primeras embestidas. Con mucha firmeza, aprovechó las inercias, dejándosela siempre puesta y toreando muy desmayado. Se gustó con la zurda, por donde toreó muy despacio. Una faena para paladear, pero con la que demostró haber dado un paso más en su tauromaquia.

‘Tifón’ pasó sin celo por el capote de Aguado y tampoco se empleó en el caballo. Poco tenía dentro el de Domingo Hernández, pero lo intentó por ambos pitones, demostrando lo que se había visto desde el inicio.

 

Ficha del festejo:
Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sexta de abono. Feria de Abril. Cartel de ‘No hay billetes’. Toros de Domingo Hernández, bien presentados y desiguales de juego.

1º, noble, aunque justo de raza; 2º, falto de raza; 3º, manso; 4º,

Morante de la Puebla (de verde esperanza y oro), ovación tras aviso y dos orejas.

Juan Ortega (de purísima y plata), ovación y ovación.

Pablo Aguado (de catafalco y oro), ovación y silencio.

Incidencias: Iván García saludó tras banderillear al sexto.

Sandra Carbonero