El último paseíllo de Morante: emoción, gloria y despedida en Las Ventas

Hoy se ha escrito una de las páginas más emocionantes en la historia reciente del toreo. Morante de la Puebla vivió una jornada inolvidable en Las Ventas, donde hizo doblete en un día cargado de simbolismo. Por la mañana, fue el precursor del festival benéfico a favor del monumento a Antoñete, cortando una oreja a un ‘novillo blanco’ de Osborne, evocando la mítica faena del maestro madrileño.
Por la tarde, el destino le tenía reservado un capítulo legendario. Enfundado en un terno ‘chenel y oro’, Morante se dispuso a realizar el que sería su último paseíllo en la plaza más importante del mundo. Con el cuarto toro, de nombre ‘Tripulante’, de Garcigrande, pasó del drama al triunfo. Una espeluznante voltereta lo dejó tendido en el albero, pero volvió con el alma encendida para firmar una faena de inspiración, de muletazos hondos y eternos. Mató de un espadazo certero y cayeron las dos orejas, su segunda Puerta Grande en Madrid y la segunda en una temporada irrepetible. Entre lágrimas, tras dar la vuelta al ruedo, se fue a los medios y, en un gesto tan íntimo como desgarrador, se cortó él mismo la coleta ante la sorpresa de los aficionados.
El tiempo se detuvo en Las Ventas. Morante se marchaba con un adiós silencioso y humilde, dejando en el aire el aroma de su toreo tan personal y el eco de los olés que no se apagarán nunca.