Faena bordada en oro de Alejandro Talavante en una desapacible tarde en Olivenza
El torero extremeño corta tres orejas y deja una faena para el recuerdo al único toro con opciones del encierro de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto
La tarde de hoy en Olivenza pintaba bastos. En las horas previas, la lluvia se hizo presente junto a un fuerte viento. A las cinco y media, ante la incertidumbre y en el enfado del público, los areneros comenzaron a retirar la lona. Con quince minutos de retraso dio inicio el paseíllo siempre con la vista puesta en el cielo. Una tarde de las que llegas a tu casa empapado y con frío y que hubiera sido para el olvido si un Alejandro Talavante no se hubiera adueñado del escenario con una mágica faena al quinto. El único ejemplar del encierro del Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto que dio opciones de triunfo, ya que careció de raza.
Con unos bonitos delantales hasta acabar en el centro del platillo saludó Talavante a «Relicario», que saltó en quinto lugar. Tras cumplir en varas, quitó por gaoneras a pies juntos con mucho garbo. De rodillas quiso empezar la faena tras el brindis al respetable, pero el animal resbaló tras él en un pase cambiado por la espalda y tuvo que levantarse. Con verticalidad, toreó por alto para continuar por el pitón derecho, que era por donde tenía mayor calidad. El extremeño lo entendió desde el primer instante dibujando dos series rotundas con gran naturalidad y personalidad. Cambió de mano y, aunque por ahí le costaba más, hubo algunos naturales en redondo de un trazo armónico. Al volver otra vez con la diestra, plasmó una tanda magistral con ligazón y despaciosidad en la que hubo improvisados pases por la espalda y cambios de manos para enmarcar. Lo cerró para entrar a matar con doblones y un natural de categoría. Se tiró a matar a por todas, dejando una estocada algo delantera y caída. Cuando finalmente atronó, Manuel Izquierdo fue a apuntillar y el toro se levantó y le pegó un arreón librándose milagrosamente de la cornada. Después del susto, los tendidos se tiñeron de blanco pidiendo los trofeos para una faena bordada en oro para el recuerdo.
Antes de cortar esas dos orejas, paseó otra del segundo. «Calesero» salió embistiendo con genio y arrollando el capote de Talavante. Cuando fue a colocarlo al caballo, el extremeño resbaló en un charco pudiendo ser cogido. Tras una suerte de varas discreta, dibujó un cadencioso quite por chicuelinas que culminó con una rebolera. Javier Ambel sobresalió en sus dos pares de banderillas. El de La Ventana del Puerto tenía mejores inicios que finales y le faltaba un punto de fuerza. El torero extremeño estuvo muy firme, cincelando naturales caros, enroscándoselo a la figura, pese a las dificultades que le rodeaban. Tomó la diestra para acabar con una serie con ligazón y temple. La estocada, que fue en dos tiempos, cayó en todo lo alto con fin fulminante.
«Cartuchero», un animal de amplias hechuras, metió bien la cara en el recibo de José María Manzanares, que no pudo lucirse porque le molestó el viento. Lo condujo con suavidad en los primeros compases, tomando el burel con ritmo las telas. Continuaba el viento, dejando al descubierto al alicantino que estuvo en situación de peligro en más de una ocasión. Tras una buena tanda de poder con la diestra, la lluvia apareció por primera vez, mientras Manzanares intentaba torear al natural ayudándose de la ayuda. Luchó contra el temporal y contra complicado animal. La última serie con una serie por el pitón derecho fue la que tuvo mayor ligazón y eco en los tendidos. Fue un cañón con la espada.
A la salida de «Lenguilarga», que hizo cuarto, empezó a diluviar en Olivenza. Pero si la lluvia apretaba, Manzanares salió apretando más con un bonito recibo a la verónica. Por abajo y con temple, empezó el alicantino la labor de muleta. Sólo esa tanda duró el del hierro de La Ventana del Puerto, que se cruzó la plaza hasta llegar a los tendidos de sol buscando resguardarse. Esa falta de raza hizo que plantease la faena allí, donde hubo algunos muletazos con estética. Una labor justa en tiempos que sentenció con otro estocadón.
Roca Rey prendió la mecha con unos lances ganándole terreno hacia los medios donde instrumentó tijerillas. «Carcelero» fue muy medido en varas, de donde salió algo descoordinado y buscando las tabas ya. Después de un tercio de banderillas en el que apretó, el peruano lo sacó fuera de las rayas de picar en una primera tanda a media altura y sin apretarle. En la siguiente, lo toreó en redondo llevándolo embebido en la muleta. El animal se sintió podido y ya cantó la gallina. Lo intentó sostener, pero al final tuvo que irse tras él hacia tablas. Optó por el arrimón en esos terrenos con pases cambiados y circulares invertidos.
Al sexto, «Cardilisto» de nombre, lo recibió con solvencia. Un toro que se dolió en varas y careció de raza. Pocas opciones parecía tener Roca Roca y así resultó ser. El del Puerto de San Lorenzo era incierto, tirándole gañafones al pecho. Tuvo que abreviar. Mañana tiene otros dos para resarcirse.
Ficha del festejo: |
Plaza de toros de Olivenza (Badajoz). Segunda de la Feria de Olivenza. Cartel de «No hay billetes». Toros de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto (2º y 4º), bien presentados, pero faltos de raza en líneas generales. José María Manzanares (de gris plomo y oro), ovación con saludos y ovación con saludos. Alejandro Talavante (de verde y oro), oreja y dos orejas. Roca Rey (de grana y oro), saludos tras petición y palmas. Incidencias: Saludó Javier Ambel tras banderillear al segundo. |