La inspiración de Morante, el valor de Roca Rey y la entrega de Aguado
La Maestranza abría sus puertas casi dos años después de su último festejo. Su belleza, su resplandor y su magia han permanecido intactos. La vuelta de los toros a Sevilla tenía que ser con un cartel de relumbrón. Se repetía la terna de aquella tarde que encumbró a Aguado y surgió la rivalidad con Roca Rey. Todo ello en la temporada estelar de Morante.
Enojado de Victoriano del Rio fue el encargado de prender la llama esta Feria de San Miguel tan especial. Pero el astado no quiso ser cómplice del júbilo que se vivía. Tenía las fuerzas justas y le faltó raza, por lo que ante la imposibilidad de hacer algo, Morante salió directamente con la espada para pasaportarlo.
Con incertidumbre llegó Enamorado al último tercio. José Antonio se lo llevó a los medios y sin previo aviso esculpió una obra de inspiración barroca. El sevillano intentó ligar los muletazos, aunque el animal salía desentendido de cada uno de ellos aunque llegó a someterlo por abajo por momentos. El de Victoriano de Río acusó la mansedumbre y huyó a tablas. No lo tuvo nada fácil Morante, pero con valentía prosiguió su faena en la querencia. Al natural, pese a la poca clase del animal, logró plasmas muletazos con mucha torería. Erró con los aceros y perdió la oreja.
Distante quiso cambiar el sino de la tarde. Fue un toro con grandes cualidades (el único) que se adivinaron desde el recibo de capa. De esos con los que se pone la plaza del revés y te dejan la Puerta del Príncipe entreabierta. Roca Rey lo condujo con suavidad por el pitón derecho. Una serie final con muletazos muy largos puso al público en pie. Por el izquierdo, no terminó de aprovechar todo lo que le ofrecía el animal. Mató de un pinchazo y una estocada y paseó la primera oreja de la Feria.
La rivalidad entre Roca Rey y Aguado llegó a su culmen en los quites del quinto. El sevillano por chicuelinas y una media que duró una eternidad; el peruano por gaoneras. Muy decidido, echó rodillas en tierra mostrando las ganas por cumplir su sueño de salir a hombros en Sevilla. Se topó con un mansito con el que demostró un valor seco ante un público predispuesto al triunfo. Andrés instrumentó su faena en las cercanías, exponiendo mucho. Pinchó y dio una vuelta al ruedo.
Aguado salió a torear aquejado de una lesión en la rodilla, que se le agravó en el tercio de banderillas del primero. Tuvo que pasar por la enfermería para ser infiltrado. La transmisión no acompañó a “Cojito”. Fue el hándicap con el que se encontró ante un animal descastado. El sevillano estuvo firme, haciendo las cosas bien. Hubo muletazos templados pero no fueron suficientes para que la faena tomara altos vuelos.
Con el sexto tampoco pudo lucirse Pablo. No fue nada fácil el de Toros de Cortés. Hizo un esfuerzo y con serenidad y firmeza intentó construir una faena con un astado que tomaba la muleta de forma irregular sin éxito. Cuando intentaba descabellar, se dolió de la lesión y Morante estuvo a punto de hacerlo por él porque no podía caminar.
Ficha del festejo:
Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de abono. Feria de San Miguel. Cartel de “No hay Billetes” (60% del aforo).
Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (6º) bien presentados, descastados, mejor el 2º.
Morante de la Puebla (chocolate y oro): silencio y ovación con saludos tras aviso.
Roca Rey (blanco y oro): oreja y vuelta tras petición.
Pablo Aguado (catafalco y oro): silencio y silencio tras aviso.
Saludaron Juan José Domínguez, Viruta y Juan Carlos Tirado saludaron en el segundo y en el quinto e Iván García y Pascual Mellinas en el tercero.