La torería de Ortega, la verdad de David de Miranda y el empaque de Aguado en el inicio de la Feria de San Miguel

El arranque de la Feria de San Miguel de Sevilla dejó una tarde rica en matices, en la que tanto Juan Ortega como David de Miranda pasearon sendos trofeos. El torero sevillano cuajó al bravo cuarto en una obra de inspiración, mientras que el onubense usó la baza del valor para inventarse una faena frente a un segundo que no le regaló nada. Aguado, por su parte, dejó su personalidad frente a un lote deslucido. Tres toreros, tres formas de sentir el toreo en una tarde con sabor y toreo para todos los gustos.
‘Ebanista’ no presagió nada bueno su salida al ruedo. Ya en el recibo de capa perdió las manos en dos ocasiones y no se entregó en caballo, evidenciando tanto la falta de fuerzas como de casta. Pese al enfado del público, el presidente mantuvo al de Victoriano del Río. Poco pudo hacer Juan Ortega más que dejar algunos detalles estéticos, porque incluso fue difícil limpiar el muletazo con un animal en los finales.
‘Bocinero’, que hizo cuarto, empujó en el caballo y permitió a Juan Ortega dibujar dos verónicas de bello trazo. Con la montera aún en la mano, se puso a torear por doblones, en un sorpresivo prólogo en el que le exigió a un toro que tuvo humillación y sacó la bravura. Tras brindar al público, genuflexo paró por unos segundos el tiempo toreando con mucha despaciosidad. El arte del trianero fue brotando de sus muñecas, con muletazos a ralentí, llevándolo largo y ligado. Inspiradísimo Ortega, con un animal que, aunque tuvo un buen pitón derecho, no fue fácil. Culminó con unos ayudados por alto, torerísimos. La estocada cayó algo baja y cortó una oreja con petición de la segunda.
El triunfador de la Feria de Abril dejó como carta de presentación un ramillete de verónicas de mano baja, ganándole terreno. Pablo Aguado instrumentó un soberbio quite por chicuelina, al que David de Miranda le replicó con unas ajustadísimas saltilleras, pasándose al toro a milímetros. ‘Maleado’ acusó una falta de casta en el último tercio, que inició con una rodilla en tierra. Esa falta de entrega la puso el onubense con un valor seco y una seguridad pasmosa. Los pitones le rozaron en más de una ocasión la taleguilla, pero no dio un paso atrás. Por el izquierdo, el toro se paraba a mitad de cada muletazo, pero el torero nunca dudó. Con verdad, siempre ofreciéndole los pechos. El final de faena desató la locura con una serie de bernadinas de infarto. Se fue tras la espada con todo, aunque la estocada cayó algo baja y paseó una oreja.
‘Bolero’ echó las manos por delante en el capote y se frenó, impidiendo el lucimiento de David de Miranda en el recibo. Al ir cerrarlo en tablas, Cándido Ruiz resbaló y fue volteado sin consecuencias gracias al providencial quite de su matador. A pies juntos en el tercio comenzó la labor el de Trigueros frente a un astado que empujó con todo, de forma informal y con genio. Ya fuera de las rayas de picar, hilvanó la primera tanda por bajo. El de Toros de Cortés protestó en cada embroque, no le regaló nada en cada viaje. El onubense respondió con firmeza, asentado, tragando muletazos de uno en uno.
El tercero se rompió el pitón al estrellarse contra el burladero. En su lugar, saltó al ruedo un burraco sobrero, que metió bien la cara en las bellas verónicas de Pablo Aguado. Sin embargo, en el peto no se empleó, y en el último tercio nunca terminó de romper. El sevillano se mostró inteligente, exponiendo, pero sin salirse de su concepto. Un astado muy deslucido, que nunca humilló, aunque acudía a la zocata ante la firmeza y los toques.
A ‘Casero’, que cerró la tarde, Pablo Aguado lo saludó con unos lances muy templados. Muy emotivo fue el último tercio de varas que instrumentó Salvador Núñez, bajo los sones de la Banda de Tejera y una gran ovación. Aguado le brindó el toro de su adiós. El sevillano estuvo muy por encima de un animal que se tragaba los dos primeros muletazos, pero al tercero ya se lo pensaba. El sevillano estuvo muy firme, imponiendo naturalidad, en cada muletazo. Fue acortando distancias a medida que se iba quedando más corto y le costaba ir más hacia adelante. El final, ya en tablas, provocándolo con zapatillas, fue con trincherillas con mucho sabor. Pinchó antes de dejar el espadazo.
Ficha del festejo: |
Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de la Feria de San Miguel. Cartel de ‘No hay billetes’. Toros de Victoriano del Río (3º bis) y Toros de Cortés (2º y 5º), bien presentados y desiguales de juego, destacando el cuarto. 1º, falto de fuerza y casta; 2º, falto de fondo; 3º, desclasado; 4º, bravo, noble, con humillación; 5º, deslucido con genio; 6º, descastado.
Juan Ortega (de purísima y oro), silencio y oreja con petición de la segunda. David de Miranda, que sustituía a José María Manzanares, (de rosa y oro), oreja y ovación. Pablo Aguado (de rioja y azabache), ovación y ovación. Incidencias: Tras el finalizar el paseíllo se guardo un minuto por el fallecimiento de María del Mar Tristán, subdirectora de la Banda de Música del Maestro Tejera. |