Sevilla toca fondo
En las últimas ferias, los viernes se habían convertido en todo un espectáculo. Un día de triunfo asegurado y, tal y como va la el ciclo, la Puerta del Príncipe tenía todos los alicientes para abrirse. Aún recordamos el último viernes abrileño en la que Pablo Aguado se alzó como revelación. Fue unánime y rotundo. Lo de hoy en cambio ha sido de pena. Sevilla ha tocado fondo. Ya no existe el silencio y ni el respeto del público maestrante. Y mucho menos el conocimiento del que gozaban. Ahora los tendidos se han llenado de una generación que ocupa su asiento con un gin-tonic, que recarga en varias ocasiones durante el festejo, y que busca la mejor pose para su foto de Instagram. No les interesa la rigurosidad ni el rito. La suerte suprema para ellos no significa nada. Y encima parece que ni se enteran realmente de lo que pasa en el ruedo. Que les ponen delante caviar y se quedan con el chóped. En medio de todo este entablado hay otro problema. El palco presidencial, que debe ser el encargado de poner orden y en valor lo que acontece en el ruedo, utiliza varias varas de medir incluso en un mismo festejo y con un criterio de plaza de pueblo.
Emocionante fue el inicio de faena de Roca Rey al tercero por estatuarios inmóvil pasándoselo por la espalda. “Comilón” tuvo calidad y clase. El peruano lo citó desde largo y lo templó en las telas con la diestra. Por el pitón izquierdo le costaba mal, pero consiguió muletazos profundos bajándole la mano. Firmó con bernardinas ajustadísimas. Se tiró matar y dejo casi media estocada. El público pidió con fuerza la primera, que por ley se la debe de dar el presidente. La pañolada continuó insistiendo en un segundo trofeo. Aquí fue cuando erró y desató los sucesos posteriores. Su generosidad fue su penitencia.
La Puerta del Príncipe se le resiste a Andrés. La acaricia pero no remata. Se fue a los medios, echó rodillas en tierra y espero al Cuvillo con un cambio por la espalda. Duró un suspiro y se pegó un arrimón con un toro sin alma, pero lo que lo terminó volteando. Mató de una estocada y le pidieron la oreja. Después de lo anterior, el palco decidió que no había sido una faena merecedora del premio, que más allá del apéndice, era el que le permitía salir en volandas. La pregunta es, ¿por qué no tuvo ese criterio toda la tarde? Fue muy triste ver cómo ese público descrito con anterioridad lanzaba almohadillas al ruedo. Curro Romero vivía esas situaciones hace 30 años. Pero aquello eran broncas toreras y no un insulto a Sevilla.
La tarde comenzó con Morante parando el reloj del coso del Baratillo con el capote. Las campanas de la Catedral sonaban de fondo como si anunciaran que pasaría algo. ¿Y si fuese esta tarde? Muchos se lo pregunta cada día que torea José Antonio en Sevilla. Cuatro Puertas del Príncipe en lo que iba de Feria y que aún se le resiste al de la Puebla del Río. El inicio fue bueno. Se llevó para fuera al toro con mucha torería. Los primeros compases fueron buenos, pero todo decayó demasiado pronto porque al Cuvillo le faltó empuje.
En el cuarto, quitó con bellos lances. Morante homenajeó a Pepe Luis con el cartucho de pescao para ligar con dos naturales a cámara lenta. De esos que se perpetúan en el tiempo. Hubo pasajes de toreo excelso. Pronto se rajó y se fue a tablas, donde continúo enroscándose al toro. Metió una estocada trasera y cortó una oreja. No, no hubo petición para la segunda.
Juan Ortega saludó al segundo bis con lances encajados que no pudo rematar porque el toro le piso el capote. Apretó en varas y José Palomares aguantó y picó bien. Para el segundo encuentro, lo llevó galleando con chicuelinas de bella estampa. Replicó Roca Rey por chicuelinas y tafalleras muy jaleadas. Inició la faena muy templada por bajo con la pierna genuflexa y pase de pecho largo. La primera serie fue aún con más despaciosidad y con sabor. Tuvo calidad el sobrero pero se vino abajo de momento. Mató de una buena estocada.
Ortega se fue de la Feria sin puntuar. Eso sí, dejó detalles de toreo caro. Su último toro no tuvo transmisión y tampoco quiso romper hacia adelante. Volvió a matar de una estocada.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Feria de Abril. Cartel de “No hay billetes”.
Toros de Núñez del Cuvillo bien presentados y de juego desigual.
Morante de la Puebla (nazareno y oro): silencio tras aviso y oreja.
Juan Ortega (verde y plata): palmas y silencio.
Roca Rey (azul y oro): dos orejas y dos vueltas al ruedo tras petición.