Daniel Luque, un triunfo en honor a su padre

El torero de Gerena corta tres orejas y abre su segunda Puerta del Príncipe

Foto: Arjona / Pagés

La segunda Puerta del Príncipe de Daniel Luque tiene un significado especial para él. Se la ha dedicado a su padre, porque el torero también está batallando con una lucha en lo personal más allá de la que mantiene en los despachos. Lo que no cabe duda es que todo lo que tiene, y más que merece, se lo ha ganado en el ruedo. Lo de Luque ya no atiende al tópico del «bueno momento que atraviesa un torero». Eso lo dejó atrás, en aquella tarde de 2022 en la que también cruzó la puerta de los sueños. Ahora es una auténtica figura del toreo, que reivindica su sitio y que el aficionado quiere ver en todas ferias.

A cámara lenta fueron las verónicas con la que recibió Daniel Luque a «Ricardillo» para llevárselo hasta los medios. Igual de bonitas que con las que quitó después. Replicó Urdiales por chicuelinas de manos baja, pero el sevillano volvió a tomar el percal y esta vez lo hizo por cordobinas. Con torería se lo llevó fuera del tercio. Al natural llegó el momento álgido de la faena combinando técnica, valor y estética. El toro pasaba andando y protestando en ocasiones y el de Gerena aguantó parones y miradas, pero logró imprimir temple. El «Cuvillo» echó la persiana por lo que optó por meterse en sus terrenos en la parte final de su labor. El estocadón que ejecutó terminó de poner la oreja en sus manos.

«Contento» pasó sin entrega por el capote de Luque, pero apretó en varas. Con inteligencia tomó la muleta y se puso a torear desmayado y por abajo. Al toro le faltó un punto de fuerza, pero se arrancaba con alegría a las telas en los primeros compases. El sevillano lo mantuvo en la muleta, buscándole las vueltas para que le aguantara, porque cuando exigió empezó a defenderse. Fue construyendo la faena a fuego lento hasta que selló con la mano derecha una serie ligada y con temple que hizo sonar la música. El animal acabó afligido y él acortó distancias con circulares invertidos. Abrochó con unas luquesinas con las zapatillas clavadas en el albero que puso al público en pie. Quiso asegurar el triunfo porque sabía que tenía la llave en sus manos y se tiró a por todas cuando ya había sonado un aviso. Tras la estocada el público enloqueció y le pidió las dos orejas.

Diego Urdiales dejó un par de bonitos lances en el recibo a «Pantomimo», que embistió defendiéndose. Fue muy medido en el peto porque no se le atisbaba mucha fuerza. Sin probaturas, fuera de las rayas de picar, se puso a torear con mucha suavidad. Con esa cadencia prosiguió en otra serie con la diestra ligada y con empaque. Al natural, le costaba más, pero de en uno en uno los firmó alargando la embestida. Volvió al pitón derecho para llevarlo relajado. Lo cerró con dos muletazos por bajo torerísimos y lo colocó para entrar a matar con una última serie con elegancia. La estocada fulminante le valió para pasear un trofeo.

Al cuarto, «Cencerro» de nombre, también le dibujó varias verónicas de gran belleza y una media con mucho gusto. Por el caballo pasó sin emplearse. En el inicio por bajo, el astado volvió a protestar como lo había hecho con anterioridad. Intentó Urdiales atemperar la embestida con firmeza y muy de verdad. Con la colocación perfecta, firmó muletazos encajados, pero sin poder ligar a un toro que le faltó transmisión y empuje. Mató de pinchazo y estocada.

«Polvorillo», que salió en segundo lugar, se frenó y echó la cara arriba en el capote de Alejandro Talavante. Luque no pasó la oportunidad de intervenir quitando por chicuelinas. Inició el extremeño con una rodilla en tierra con suavidad llevándolo hacia adelante. La siguiente sin obligarlo, pero con ligazón. Hilvanó un eterno cambio de mano con naturales de mayor profundidad. En la siguiente, con mando y más por bajo, hizo que el toro se viera podido. Se fue a por la espada en el momento justo para dejar un buen espadazo que le valió una oreja.

Con dos faroles a pies juntos y ramillete de verónicas recibió Talavante a «Arrojado». Un toro de nombre venerado en Sevilla del que se esperaba más. El torero extremeño quería alcanzar la gloria por lo que como carta de intenciones comenzó de rodillas con pases cambiados para ligar ya en pie. Las primeras tandas fueron en redondo por el pitón derecho con profundidad. Al cambiar de mano, no respondió de la misma forma. Un animal que tampoco fue fácil y que cuando le atacó se vino abajo. Pinchó antes de enterrar el acero.

Ficha del festejo:
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sexta de abono. Feria de Abril. Tres cuartos de entrada. Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y juego.
1º y 2º, con fondo y nobleza;, 3º, rajado; 4º, desclasado; 5º, encastado; 6º, falto de empuje.
Diego Urdiales (de catafalco y oro), oreja y ovación con saludos.
Alejandro Talavante (de tabaco y oro), oreja y ovación con saludos.
Daniel Luque (de nazareno y oro), oreja y dos orejas tras aviso.
Incidencias: Saludaron Iván García y Jesús Arruga tras banderillear al tercero.