La épica de Román en su encerrona: dos espeluznantes cogidas
El valenciano, que cortó dos orejas y salió en hombros en su encerrona, fue cogido por el quinto de Domingo Hernández
Aunque suela hablarse de arte o de estética, la grandeza del toreo abarca mucho más que eso. La prueba se refleja en la tarde vivida hoy en Valencia. Román se encerraba con seis toros para celebrar su décimo aniversario de alternativa con un precioso traje celeste y azabache que homenajeaba a Granero. Una tarde de gesta y de gestos que comenzó con una atronadora ovación y fue tornándose en una dura prueba de la que jamás rehusó el torero valenciano. La épica se hizo presente durante la lidia del quinto. Previamente, con una sola oreja en el esportón, había lidiado toros de distinto calibre, pero ninguno ellos le había brindó facilidades. El de Domingo Hernández fue uno más en esa lista, pero con él se jugó pasar a la enfermería en dos ocasiones. Con la puerta entreabierta, Román adolorido y mareado, salió a por todas con la raza que le caracteriza. Una puerta grande ganada a fuego y sangre.
A portagoyala se fue a recibir al quinto. «Rimbombante», de Domingo Hernández, un toro cuajado y amplio de pitones, que no fue castigado. Con el ambiente algo frío, decidió coger los palos y puso un par de banderillas al quiebro por los adentros, aunque no con mucho acierto. Lo citó en el mismo centro del platillo a donde acudió rápido, pero a la vez saliéndose de la franela y buscando las tablas. En esos terrenos tuvo que robarle los muletazos aprovechando la inercia por los adentros. El toro le pegó una fuerte voltereta en la que cayó mal pero sin consecuencias. Enrazado, volvió a la cara del astado y le pegó una última serie. Estaba muy costoso para entrar a matar, pero Román entró a por todas jugándose la cornada en otro susto.