El temple de Ginés Marín
Un inusual cartel se anunciaba el sábado de farolillos en La Maestranza. Siete toros en total se lidiarían, ya que un rejoneador abriría plaza. Como era predecidle, Sevilla esperaba a Morante tras la apoteosis del miércoles, pero en esta ocasión el que deslumbró fue el joven de la terna a pie. Ginés Marín acarició la Puerta del Príncipe. Por momentos, fue dueña de ella hasta comprobar las nulas opciones que tuvo el segundo toro de su lote. No obstante, queda para el recuerdo una extraordinaria faena al cuarto en la que hubo naturales de ensueño cargados de temple. Un torero de estas características, al que le aguarda un gran futuro, tiene todavía mucho tiempo para cumplir su sueño.
“Espárrago” tomó el capote de Ginés Marín con codicia en los lances de recibo. Preciosas y ajustadas fueron las verónicas a pies juntos que instrumentó en el quite. El del hierro de El Torero empujó en la suerte de varas. Antonio Manuel Punta y Fernando Pérez brillaron en el tercio de banderillas en el que tuvieron que saludar. Con mucha naturalidad se lo llevó hacia los medios. El extremeño lo sometió por bajo en dos primeras series rotundas y cadenciosas con la diestra. Al natural toreó con despaciosidad, gran ajuste y sentimiento. Hubo un natural eterno y larguísimos. En la última tanda, ya se vino más abajo su oponente e inteligentemente se fue a por la espada. Sin adornarse, dejó una estocada en todo lo alto. Ginés paseó dos orejas de mucho peso, mientras que “Espárrago” fue fuertemente ovacionado en el arrastre por gran calidad.
Poquito le hacía falta al extremeño para abrir la Puerta del Príncipe, pero el séptimo no se lo puso nada más. Pese a todo, estuvo muy por encima de las cualidades de este animal. Ginés Marín saludó a la verónica a este colorado y bien hecho de nombre “Palestino”, Manuel Larios estuvo impecable con los rehiletes. Inició la labor de muleta sin probaturas fuera de las rayas de picar. . El de El Torero embestía con la cara alta, pegando gañafones. Extrajo muletazos de uno en uno meritorios. Una faena larga y elaborada, que concluyó con el toro parado.
“Lancero”, que hizo segundo, dio muestras de su mansedumbre acusada desde que salió a la plaza. En el caballo, rehusó de la puya en el primer encuentro y empujó en el segundo. Antes del quite de Morante, se pegó una fuerte voltereta. El torero de La Puebla plasmó un ramillete de verónicas en el que hubo armonía y temple. Espectacular fue el inicio de faena con doblones con las rodillas en tierra. Con mucha suavidad y pies juntos, continuó el sevillano. El mansito le regaló embestidas a media altura con buen son. Al natural, bajó el diapasón, pero tomó la diestra de nuevo para terminar de apretarle. Una actuación medida que terminó con una estocada casi entera. La primera oreja de la tarde cayó en sus manos.
El cuarto, de nombre “Vistaalfrente”, se empleó en el capote de Morante, que dibujó un par de verónicas de bello trazo. Fue muy castigado en el caballo. El de El Torero llegó al último tercio distraído y echando la cara arriba. El sevillano consiguió meterlo en el canasto en una serie compacta con toques fuertes y guiándolo con la voz. Tragó mucho por el izquierdo, por donde pasaba arrollando. Habilidoso estuvo con el estoque, dejando una media estocada.
Cayetano saludó con verónicas templadas a “Obrero”, que tuvo movilidad y ritmo. El por delantales, con armonía y compás. Respondió Ginés Marín por el palo tradicional con mucha despaciosidad. Brindó al respetable tras ver que tenía frente a él a un toro noble y con posibilidades de triunfo. El de El Torero tuvo movilidad y buen son en los primeros compases. Cayetano instrumentó derechazos con temple y mano baja. En mitad de la faena, el cornúpeta se vino abajo por lo que el diestro tuvo que tomar la espada.
“Erótico” fue un sexto cinqueño de pocas opciones. Nunca terminó de descolgar, poniendo en peligro a los banderilleros. Cayetano estuvo firme y exponiendo mucho frente a un toro incierto. Finalmente, tuvo que abreviar.
Abrió cartel de forma inusual el rejoneador portugués Antonio Ribeiro Telles, que celebraba su cuarenta aniversario de alternativa y, a la vez, debutaba en Sevilla. Brindó a Morante la muerte del toro. Recibió con dos rejones de castigo a “Núfar”, de Passanha, que ya salió de chiqueros desentendido y mirando a tablas. Dio una lección de doma clásica a lomos de “Alcochete” colocando banderillas de frente. Con mucha pureza, clavó dos rosas finales. Acertó con el rejón de muerte en el segundo encuentro.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Decimotercera de abono. Feria de Abril. Cartel de “No hay billetes”.
Toros de Passanha (1º) y El Torero, desiguales de presentación y juego. Primero, manejable; segundo; manso, aunque noble y con ritmo; tercero, noble; cuarto, con calidad y bravura; quinto y sexto, complicados; séptimo, deslucido.
Antonio Ribeiro Telles, ovación con saludos.
Morante de la Puebla (de caña y oro con cabos azabache), oreja y ovación con saludos.
Cayetano (de fucsia y oro), silencio y silencio.
Ginés Marín (de grana y oro), dos orejas y ovación tras aviso.
Incidencias: Antonio Manuel Punta y Fernando Pérez saludaron tras banderillear al cuarto y Manuel Larios en el sexto.
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