La verdad del toreo

Épica tarde de Manuel Escribano que, tras ser cogido en el primero, salió a matar al sexto y le cortó las dos orejas

Foto: Arjona / Pagés

Tardes como las de hoy no son para contarlas, son para vivirlas. Manuel Escribano ha roto de emociones a La Maestranza. La dejó con el corazón en un puño cuando fue cogido en el saludo al primero y la encumbró en un éxtasis cuando salió a matar al sexto, sin dejarse nada dentro, y cuajándolo de principio a fin. Dos orejas de un valor único que se quedarán clavadas en el alma de todos. Aunque su épica parece que ensombreció todo lo demás, no puede pasar de puntillas la gran actuación de Borja Jiménez, que sólo cortó un trofeo por la espada. Todo esto ocurrió bajo el paraguas de la intensidad de los aclamados «Victorinos».

Manuel Escribano salió de la enfermería envuelto en una gran ovación para estoquear al sexto. Nadie lo esperaba, pero el de Gerena tomó el capote y se fue en dirección a chiqueros con el público en pie y la banda sonando en su honor. «Fisgador» se pensó mucho salir, se frenaba en la puerta y fue andando hacia el torero. Le instrumentó la larga y en pie ligó con verónicas. La plaza enloqueció de arrebato. El arrojo del matador no quedó ahí. Cogió los palos y, adolorido, banderilleó. Brindó a José Luis Moreno, el que había sido su apoderado los últimos años. Tampoco fue fácil este «Victorino», que le exigió a Escribano y nunca le volvió la cara. Al contario, su puso de frente, dándole los pechos, y embarcándolo desde adelante para llevarlo muy largo. Una faena que cinceló en los medios donde lo cuajó. Los naturales, de gran importancia. Matar o morir, debió pensar, porque se tiró a una dejando una estocada. Los dos pañuelos asomaron a la vez por la presidencia.

Con anterioridad, Manuel Escribano se había ido a recibir a portagayola a «Disparate», que salió distraído pero pudo ejecutar bien la larga cambiada. Cuando toreaba a la verónica, el Victorino Martín hizo hilo por él, cogiéndolo de fea manera. Tuvo que pasar a la enfermería. Borja Jiménez hizo cargo de su muerte, brindándole el toro a su compañero herido. Le cogió bien el ritmo desde la primera tanda, llevándolo largo. Los siguientes muletazos, de uno en uno, pero con una gran despaciosidad. Por el pitón derecho acortó el recorrido, pero el de Espartinas se puso de verdad y casi pudo ser volteado. Concluyó de nuevo con la zurda con otra tanda muy templada y una estocada en todo lo alto.

Con «Baratero», que hizo tercero, dejó unas verónicas en el recibo Borja Jiménez. El sevillano se está convirtiendo en un especialista de este hierro. Pronto comenzó a torearlo muy suave al natural. Al tomar la diestra, el «Victorino» iba embebido en las telas, aunque revolviéndose con genio. Mantuvo el diestro la firmeza en toda su actuación. Volvió al buen pitón izquierdo firmando una serie que comenzó con un cambio de mano para ligar con naturales por bajo, ligados y con profundidad, que puso al público en pie. Abrochó con trincherillas muy toreras. La estocada cayó tendida y paseó sólo una oreja.

Para su último cartucho, Borja Jiménez se fue a la puerta de chiqueros a recibir a «Cobardón», que tras la larga hizo por él sin dejarse torear de capa. Con la fiereza pasó el de Victorino Martín en las probaturas, que llegó a romperle hasta el estaquillador. Se puso de nuevo muy de verdad, jugándosela en todo momento con un astado con mucho peligro. Cimentó la faena por el pitón derecho con muletazos en los que prolongó la embestida por abajo. Una tarde muy importante del torero de Espartinas.

«Minueto», inicialmente reseñado en tercer lugar, pero tras el percance de Escribano tuvo que correrse turno y salió como segundo, no mostró estar sobrado de fuerzas en el saludo de Roca Rey. Tampoco se empleó en el peto. Borja Jiménez quitó por delantales. El peruano lo citó en largo para ir acortando las distancias por el pitón derecho. Por el izquierdo, lo buscó, siempre mirándole los muslos. Mató con una estocada trasera.

«Plantaviñas», uno de los toros de más trapíos de festejo, fue medido en el caballo. Quitó Roca Rey con un ramillete de verónicas y una bonita media en las que humilló el animal. Quiso replicar Borja Jiménez con unas arriesgadas y ajustadas chicuelinas en la que se quedaba corto ya. Le brindó a José Antonio Campuzano. Por bajo, se lo sacó hacia los medios. Se colocó en la media distancia por el pitón derecho para forjar un par de series meritorias, con muletazos perdiéndole paso, pero con firmeza. Le buscó las vueltas para dejar algunos naturales notorio. Lo mejor llegó ya al final de la labor de largo metraje con los derechazos, aunque salía a veces desentendido, el peruano toreó con entrega. Roca Rey pasó la prueba, sin triunfo, pero sí cabe reseñar que el público le esperó y le exigió. Tal vez porque al aficionado no le gustan los vetos.

Ficha del festejo:
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Séptima de abono. Feria de Abril. Cartel de «No hay billetes». Toros de Victorino Martín, bien presentados y de juego desigual. 1º, complicado; 2º, justo de fuerzas y complicado; 3º, con un buen pitón izquierdo; 4º, encastado; 5º, con peligro y sin clase; 6º, encastado y exigente.
Manuel Escribano (de tabaco y oro), cogido y dos orejas.
Borja Jiménez (de lila y oro), ovación con saludos, oreja y ovación con saludos.
Roca Rey (de rioja y plata), silencio y ovación.
Incidencias: Manuel Escribano fue atendido de una «herida por asta de toro cara interna, tercio inferior del muslo derecho, de 10 cm que afecta a tejido celular subcutáneo, sin compromiso vascular. Se realiza sutura bajo anestesia local. Buen pulso periférico en MID. Contusión costal derecha, sin evidencia de fractura. Se comprueba buena ventilación en ambos campos pulmonares y auscultación torácica normal. Pronóstico: Menos grave. Continúa la lidia».