Morante, otra faena histórica en San Miguel
La Feria de San Miguel se abrió con una pletórica tarde de Morante. La labor a su primero fue interrumpida ante la falta de fuelle de su oponente. Frente al cuarto, realizó una de las faenas que ocuparán el cuadro de honor de las mejores que ha firmado en el coso del Baratillo. Ortega y Rufo solo pudieron ser testigos del acontecimiento porque ninguno de sus lotes les brindaron opciones de triunfo.
A penas media docena de verónicas a cámara lenta sirvieron para que Morante hiciera rugir a la Maestranza. El quite, por el mismo palo, tuvo igual estética. Ortega quiso entrar en la pelea. Quitó con la gracia que le caracteriza con lances de bonita estampa, hasta que se sobrevino el enganche. Por bajo y con suavidad, comenzó el de La Puebla para sacarlo al tercio. «Empedernido» estaba cogido con pinzas y le faltaba celo. Dos tandas en las que imprimió sabor, fueron las que le duró. El de García Jiménez se vino abajo. Mató de pinchazo y media y saludó.
Descoordinado saltó al ruedo «Desordenado», que hizo cuarto, ante el enfado del público. Las protestas continuaron durante el tercio de varas, en el que fue fuertemente castigado. Pararon durante el quite de Morante. Chicuelinas al paso y una media de cartel, tras la que casi fue arrollado. Los olés volvieron a aflorar en un inicio a dos manos pegado a tablas, en el que hubo sentimiento a la vez que peligro. Fuera de las rayas de picar, instrumentó una serie en redondo con rotundidad. El de toro acortó la embestida a la vez que Morante hacía lo propio en las distancias. Se metió entre los pitones toreando con un temple único. Una conjunción perfecta. Los naturales, con reunión, con la figura encajada. El final a pies juntos con la diestra, rebosando torería. La plaza estaba en éxtasis. Más allá de la belleza de la obra, la importancia radicó en la verdad con la que la ejecutó y cómo se la jugó por momentos. La espada, ya fue otra cosa. Al final, el palco lo premió con una cariñosa oreja, una faena que debió ser de dos de ley.
Ortega recibió al segundo por verónicas, aunque no terminaron de ser todo lo lucidas que se esperaba. «Despertador» rehusó de la suerte de vara. Rufo, que volvía después de su Puerta del Príncipe, dejó un quite por chicuelinas reunidas y una larga con despaciosidad. Al igual que su hermano anterior, las fuerzas y la raza no le acompañaban. El sevillano estuvo voluntarioso pero tuvo que abreviar.
El quinto, otro toro serio, qué armó el descontrol en banderillas. Definitivamente Ortega no tiene suerte con sus lotes en Sevilla. «Espléndido» no hizo gala a su nombre y aunque el diestro intentó justificarse, después del lío de Morante la tarde se puso cara y el público no quería medias tintas con un animal sin vida.
Tomás Rufo saludó con verónicas de mano baja, ganándole terreno hasta los medios al tercero, con un excelso remate. Tampoco quiso pelear en varas «Durazno». Pronto se puso a torear el toledano, con mando, haciendo sonar la banda en la primera tanda. La siguiente bajándole la mano y siempre con suavidad. En la tercera, el animal ya comenzó a sentirse podido y a rebajar la intensidad de su embestida. Por el izquierdo le costaba más y tenía menos clase. Terminó por rajarse y tuvo que irse a por la espada.
Blandeó en el capote de Rufo el sexto. El paseíllo de hoy era el último de un grandioso torero de plata, José Antonio Carretero. Tras el tercio de banderillas, la Maestranza le tributó una atronadora ovación, mientras que su torero, Tomás Rufo le brindó su actuación. El astado, con más movilidad que sus hermanos, le faltó chispa. Puso todo de su parte, toreando con firmeza, pero la faena no pudo alcanzar altos vuelos.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de la Feria de San Miguel. Lleno.
Toros de Hnos. García Jiménez y Olga Jiménez (6°) bien presentados, serios, faltos de raza en líneas generales.
Morante de la Puebla (verde manzana y oro): ovación con saludos y oreja tras aviso.
Juan Ortega (sangre de toro y oro): silencio y silencio.
Tomás Rufo (tabaco y oro): ovación con saludos y ovación.
Saludaron Sergio Blasco y Fernando Sánchez tras parear al tercero.